lunes, 22 de abril de 2013

La Niebla


Cierro los ojos con fuerza. “¿Qué ha pasado?”, me pregunto. El problema es que cuando no miras a nada, es cuando más ves. A través del tiempo, a través del corazón. La realidad que se muestra ante nuestros ojos no es más que una manifestación de lo que no se puede ver. Dolor, rencor, odio. Nos apuñala estando solos en la habitación. Sí, lo realmente profundo ataca en la intimidad de uno mismo.

El ser humano es capaz de hacer feliz a otra persona mientras duerme. Su sola existencia, su solo recuerdo en la mente de otra persona, todo ello puede aportar mucho sin mover un dedo. Somos increíbles. Desde la soledad, desde la lejanía, somos un motor para otro. Y sin embargo, cuando estamos cerca, cuando movemos ese maldito dedo, es en el único momento que podemos cambiar la situación. Sin acto no hay posibilidad de error. Un recuerdo positivo siempre será un recuerdo positivo. Crear nuevos recuerdos es exponerse a que sean negativos.

Abro los ojos. “¿Qué ha pasado?”, me vuelvo a preguntar. Que los recuerdos son recuerdos, eso pasa. Que hay gente capaz de ignorarlos. ¿Existe una situación más dolorosa que alguien a quien siempre has valorado, que ha sido fundamental para tu avance, desaparezca por voluntad propia? Que decida irse. Maldita sea, ¿por qué? Uno tiende a pensar en qué ha hecho mal. Nada, tú no has sido. Si esos recuerdos son buenos para los dos, si tú has sido el mismo… entonces, ¿por qué renuncian a ti? ¿Se han cansado? ¿Hay alguien mejor?

Es injusto pensar que esa persona nunca valoró tu existencia. Que tú fueras su motor. Que estuvieras siempre ahí. Se adentraron en la Niebla. Una Niebla que solo tiene una posible ruta, en la que mirar a los lados es inefectivo. Nada por aquí, nada por allá. Paso a paso, mis huellas se perderán detrás de mí, en la Niebla. Está cegado. No sabe adónde va. Pero la Niebla, para él, es suficiente. La Niebla le muestra el camino fácil. Avanzar, sin importar nada más que la Niebla.

Niebla, Niebla, Niebla. Que sea redundante no es que se me haya olvidado cómo escribir. Niebla, Niebla, Niebla. Comienza a no existir nada más. Niebla, Niebla, Niebla. El problema es que cuando no miras a nada, es cuando más ves. A través del tiempo, a través del corazón. Niebla, Niebla, Niebla. El problema es que cuando miras la Niebla, es cuando menos ves. Niebla, Niebla, Niebla. Lo único que existe es la Niebla. Niebla, Niebla, Niebla. A través del corazón. Niebla, Niebla, atraviesa el corazón. Cierra los ojos. “¿Qué ha pasado?”, te preguntarás.