jueves, 20 de febrero de 2014

¡Viva la crisis!

Quizá la crisis no sea tan mala. Quizá que ahora los jóvenes nos resignemos a ciertos trabajos sea lo que el equilibrio kármico le está regalando a todos aquellos padres que menospreciaban el trabajo de otros.

“Como sigas así acabarás de basurero”, “Terminarás de cajero de supermercado o dependiente del McDonald’s”, “Al final serás uno de esos que bailan en las barras”… Recuerdo en mi infancia escuchar a todos los adultos que esos eran auténticos trabajos de mierda y que todos debíamos ser doctores o abogados. Que farfullaban “ar-tis-ta” como despreciando una forma de vida “rarita”. Que hacer un grado medio es lo que hacían los “corticos” que se tenían que conformar con lo que su limitado cociente intelectual les permitía.

¿Y ahora qué? Ahora “haz algo con tu vida, aunque sea un cursillo”. Sí, esos que antes se consideraban de perdedores, ¿verdad? Ahora ser basurero es un honor porque tiene trabajo. Ser cajero es envidiable y dependiente del McDonald's “al menos ha sabido buscarse la vida”. Si bailas en una barra en un pub cuentas tus amigos de Facebook a miles y te consigue mil contactos laborales, ¿no? Y ser artista… bueno, nunca estará bien visto ser artista.

Y yo me alegro tanto de que ahora todos ellos tengan que ver a sus hijos pasándolas putas pese a haberse sacado su Derecho o Medicina, de que acaben trabajando en uno de esos puestos que antes eran de pringados… ¡Qué fácil es menospreciar el trabajo que hacen otros! Pero, ¿sabéis? Todos esos trabajos son necesarios en una sociedad. Si no nos hubieran machacado con que todo eso son “mierdas”, quizá ahora no viviríamos deprimidos porque no encontramos nada más, porque tal vez recoger la basura que como cerdos tiramos a las calles, es un gran aporte para la sociedad. Lástima que quizá esos basureros nunca puedan limpiar la mierda que han cagado todos esos prejuicios inculcados desde pequeños.