Cierro los ojos
con fuerza. “¿Qué ha pasado?”, me pregunto. El problema es que cuando no miras
a nada, es cuando más ves. A través del tiempo, a través del corazón. La
realidad que se muestra ante nuestros ojos no es más que una manifestación de
lo que no se puede ver. Dolor, rencor, odio. Nos apuñala estando solos en la
habitación. Sí, lo realmente profundo ataca en la intimidad de uno mismo.
El ser humano es
capaz de hacer feliz a otra persona mientras duerme. Su sola existencia, su
solo recuerdo en la mente de otra persona, todo ello puede aportar mucho sin
mover un dedo. Somos increíbles. Desde la soledad, desde la lejanía, somos un
motor para otro. Y sin embargo, cuando estamos cerca, cuando movemos ese
maldito dedo, es en el único momento que podemos cambiar la situación. Sin acto
no hay posibilidad de error. Un recuerdo positivo siempre será un recuerdo
positivo. Crear nuevos recuerdos es exponerse a que sean negativos.
Abro los ojos. “¿Qué
ha pasado?”, me vuelvo a preguntar. Que los recuerdos son recuerdos, eso pasa. Que
hay gente capaz de ignorarlos. ¿Existe una situación más dolorosa que alguien a
quien siempre has valorado, que ha sido fundamental para tu avance, desaparezca
por voluntad propia? Que decida irse. Maldita sea, ¿por qué? Uno tiende a
pensar en qué ha hecho mal. Nada, tú no has sido. Si esos recuerdos son buenos
para los dos, si tú has sido el mismo… entonces, ¿por qué renuncian a ti? ¿Se
han cansado? ¿Hay alguien mejor?
Es injusto
pensar que esa persona nunca valoró tu existencia. Que tú fueras su motor. Que
estuvieras siempre ahí. Se adentraron en la Niebla. Una Niebla que solo tiene
una posible ruta, en la que mirar a los lados es inefectivo. Nada por aquí,
nada por allá. Paso a paso, mis huellas se perderán detrás de mí, en la Niebla.
Está cegado. No sabe adónde va. Pero la Niebla, para él, es suficiente. La
Niebla le muestra el camino fácil. Avanzar, sin importar nada más que la
Niebla.
Niebla, Niebla,
Niebla. Que sea redundante no es que se me haya olvidado cómo escribir. Niebla,
Niebla, Niebla. Comienza a no existir nada más. Niebla, Niebla, Niebla. El
problema es que cuando no miras a nada, es cuando más ves. A través del tiempo,
a través del corazón. Niebla, Niebla, Niebla. El problema es que cuando miras
la Niebla, es cuando menos ves. Niebla, Niebla, Niebla. Lo único que existe es
la Niebla. Niebla, Niebla, Niebla. A través del corazón. Niebla, Niebla,
atraviesa el corazón. Cierra los ojos. “¿Qué ha pasado?”, te preguntarás.
Al margen del tema que trata... *sigh* cosas de la vida, he de decir que el párrafo que más me ha impactado y el que mejor refleja todo muy gráficamente, es el último. Me ha impresionado, oiga. Quiero decir, ha captado todo lo anterior, otra vez, reutilizando su propio texto y haciéndolo incluso tangible. ¡+1 para usted! Y siga transcribiendo sentimientos, que está visto que sabe de sobras cómo hacerlo *^*
ResponderEliminar:333333