sábado, 9 de noviembre de 2013

Geary

Escribí este breve relato juvenil hace ya un tiempo para un concurso de temática Steampunk. Actualmente estoy en mi último año de universidad y he tenido la cabeza en otra parte. Prometo volver a dar vida a este blog a partir de ahora. Disfrutad.

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Lana daba vueltas al ancla sobre su cabeza, calculando para lanzarla y encajarla justo en la cubierta del galeón volador del capitán Caleb. Ella era hija del gran pirata Ojorrojo, que fue asesinado por Caleb en un ataque aeronaval seis años atrás. En aquella ofensiva, los piratas enemigos le arrebataron las dos cosas que más amaba: a su padre, Ojorrojo, que murió en pleno tiroteo, y a su bio-robot Geary, que fue secuestrado.

Lana, muchos años antes, cuando tendría unos cinco aproximadamente, estuvo presente en un asalto que protagonizó Ojorrojo y sus piratas a la ciudad de Theckorn, famosa por ser la mayor exportadora siderúrgica del planeta, y como consecuencia, la metrópoli que más vapores contaminantes emitía al cielo, impidiendo que los barcos pudieran sobrevolarla desde tiempos inmemoriales. El ataque tenía como objetivo encontrar al Relojero, el cual poseía un reloj de oro que albergaba un gran tesoro en su interior. Si girabas las manecillas correctamente, éste se abría y liberaba uno de los únicos diez fragmentos de ectoplasma sólido que quedaban en el Universo.

Encontraron al Relojero en su casa, fabricando una de sus piezas. Nada más entrar en la casa, su hijo de diecisiete años salió corriendo, y su bio-robot Geary se interpuso entre los piratas y el Relojero. Dispararon a Geary, dejándolo inutilizable, y amenazaron al hombre para que les diera el ansiado fragmento, mientras que Lana, con solo cinco años, estaba arrodillada frente a Geary al borde del llanto. Como suele suceder con los piratas, perdieron los nervios ante la ausencia de respuesta del Relojero, que fue asesinado de dos disparos. Lana arregló a Geary, quien fue su única compañía, su mejor amigo, durante los posteriores años, en los que Ojorrojo continuaba con sus fechorías mientras el bio-robot y la joven cuidaban del barco pirata en los muelles. Así que es comprensible que cuando, hace seis años, el capitán Caleb mató a su padre y secuestró a Geary, se convirtiera en el mayor rival de la muchacha.

Así pues, Lana, quien ocupó el puesto de capitán tras la muerte de su padre, lanzó el ancla al galeón de Caleb, mientras los cañones de ambos barcos se disparaban entre sí. Caminó por la cadena del ancla y consiguió infiltrarse entre los piratas enemigos enfurecidos, sumergidos en la batalla, y llegó al camarote del capitán. Con su fusil de bronce reventó la cerradura de la puerta y entró, hallando al capitán Caleb, mirándole con sus gafas de metal y cuero, acobardado tras un baúl. Se acercó hasta él y le apuntó directamente a la frente, preguntándole dónde estaba Geary, pero justo en ese momento el bio-robot salió de entre las sombras de un rincón oscuro de la habitación. “Vámonos, Geary”, dijo ella, emocionada, pero él negó con la cabeza. El capitán Caleb se quitó las gafas, dejando ver que realmente era tuerto, pues una de las cuencas de sus ojos contenía un reloj de oro. “Llevaos el ectoplasma, por favor, pero dejad al robot aquí…”, sollozó el capitán. Movió las manecillas y el reloj se abrió, desprendiendo un fuerte brillo rosado y mostrando el fragmento de ectoplasma que guardaba.

Entonces Lana lo comprendió. Teniendo en cuenta la edad del capitán Caleb solo podía ser una persona: el hijo del Relojero, que huyó de la casa en la invasión. Para ella fue una gran pérdida cuando le arrebataron a Geary, pero Caleb simplemente había hecho lo mismo que ella estaba haciendo en esos momentos: recuperar a su mejor amigo. Él lo había cuidado antes que ella, que fue quien después lo adoptó. Lana bajó el arma: “No quiero el ectoplasma, Caleb, quien lo quería era mi padre. Si lo aceptara, sería como decir que ese fragmento es un tesoro más valioso que Geary”. Los engranajes del robot comenzaron a girar, avanzó hasta Lana y levantó su mano cobriza hasta el hombro de la joven. Ella se despidió de Geary y salió corriendo del camarote, volvió a su barco a través de la cadena del ancla, la desincrustó de un tirón, y, tras gritar “¡Retirada!”, observó desde popa cómo se perdía entre las nubes el galeón de Caleb.

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