miércoles, 17 de octubre de 2012

La Española


Mentiría si dijera que por lo que estamos pasando no lo he vivido antes. Quizá haya alguien que no se ha dado cuenta todavía, o quizá es que no lo llega a comprender. Creo que contar lo que viví en el pasado podría aclarar algunas dudas sobre el presente.

Yo era muy putero, lo admito. Me encantaba ir de putas. Eso sí, no me iba con cualquiera. La dignidad ante todo. Sí, era de esos que se preocupaban del “qué dirán”, de los que se dejaba llevar por la masa y no le echaba huevos a decidir por mí mismo.

Es así como acabé en La Española. Era la élite entre los prostíbulos. Ya de partida, contaba con más ventajas que todos los demás. Y no es que los demás no me atrajeran, de hecho, había otros de total confianza y con los que sabía casi a ciencia cierta que saldría con una sonrisa en la cara. Pero yo fui a La Española. ¿Puticlubs de barrio a mí…? En fin, que ole mis pelotas.

La primera vez me recibió un anciano en sus últimos años. Como carta de presentación de La Española debo admitir que fue lamentable, pero enseguida me comentaron que la madame había aprovechado el dinero que con dificultades habían conseguido durante los últimos meses para irse de caza. Siempre había tenido fama de campechana y que se preocupaba por el negocio, pero supongo que más tarde admitiría su error y se disculparía. En el fondo, seguro que era una gran mujer.

Me sorprendí cuando el viejo me llevó a un hall con dos únicas puertas, una a la derecha y otra a la izquierda. Un sitio con tanta clase y tanta fama me lo esperaba más grande, que pudiera haber más para elegir. Pero no, enseguida salieron dos chicas preciosas, una de cada puerta.

La de la izquierda vestía de rojo pasión y se presentó como Rosa. La de la derecha, Paloma, cubría delicadamente sus encantos de un tono azulado. Me decanté por la segunda, cuya posición me parecía más firme y su figura más pura. No obstante, fue una difícil decisión, ambas se habían vendido bien en la primera impresión. Claro que… estaba claro que solo mostraban lo bueno y tenían algo que ocultar, como todos. Pero con tanta virtud, ¿qué más da algún pequeño defecto?

Entré a la habitación con ilusión. Era hora de probar si La Española merecía todo ese prestigio que tenía. Me pidió que me desnudara y obedecí instantáneamente. Paloma se acercó hasta mí y se deshizo de sus escasas prendas. Ahí… ahí fue cuando pasó… ahí fue cuando con gran ímpetu y sin darme tiempo a reaccionar, me dio la vuelta y me metió su descomunal pollón por el culo. Sí, así fue. Me la metió tanto que noté cómo batía los huevos fritos que había cenado hasta hacer una tortilla francesa en mi estómago.

Que yo no soy homófobo, pero a mí me habían vendido lo que no era. ¡Que salí de allí cojeando como un cabrón y callando como una furcia lo que había sucedido en ese prostíbulo! Estaba claro que me había equivocado, que debía haber escogido a la otra, a Rosa. He de añadir que durante esos días me cagué todo lo que pude en La Española, ahora que podía echarle más mierda con el culazo abierto que me habían dejado. Mira que había mujeres bonitas en los puticlubs de barrio… pero no podía caer en algo tan bajo… debía echar el polvo de su vida a la otra, a Rosa, y recuperar mi honor en La Española.

Cuatro días pasaron hasta que volví. Ahí estaba otra vez el anciano, argumentando que la madame había tenido que ser operada. El mismo ritual se repitió. En cuanto salió Rosa me fui con ella, no di tiempo a que volviera la que me metió las almorranas para dentro. Cuando nos encerramos en la habitación yo ya me había desnudado, no podía soportar la espera de echar el polvazo del siglo. Ingenuo de mí. La cara de idiota que se me quedó cuando aquella verga, de un tortazo en la cara, me dio la vuelta hasta que ofrecí mis posaderas a su malva cabeza. Seguro que desde mi casa oyeron aquellos gritos de cochinillo siendo degollado.

Salí prácticamente reptando en mitad de la noche. Había ofrecido mi dinero y mi virginidad anal a aquel maldito prostíbulo. Y se los habían quedado. Lo que yo me preguntaba era por qué narices tenía tanto prestigio aquel lugar. ¿Por qué presumían de ser lo mejor en su ámbito cuando se vendían con una cara bonita y cuando ya eras suyo te la metían por detrás? Estaba claro, había que movilizar a la gente. Había que hacer que La Española se ahogara entre sus mentiras y apoyar a alguno de estos puticlubs de barrio, de los que sabía que se podía confiar, de los que probablemente me arrancarían una sonrisa y me permitirían volver a sentarme con tranquilidad.

Sí, estaba claro, pero no lo hice. Después de quejarme durante otros cuatro días, volví, elegí a Paloma y me la volvió a meter. Y cuatro días después, lo mismo con Rosa.

Supongo que nadie entenderá por qué me quejaba, si luego iba a volver a que me reventaran el culo. Por qué si era consciente de que había que dar una oportunidad a otros locales más pequeños, seguía cayendo en la misma trampa. Por qué permitía que Rosa y Paloma, que al fin y al cabo, eran del mismo padre, siguieran jodiéndome. Porque de nada sirve quejarse si esa gente sigue en su posición por tu culpa.

De aquí solo puedo sacar una pregunta: ¿Es que todos los que os juntáis para quejaros no podríais juntaros para elegir a alguien que no os joda? ¿O es que os gusta decidir que os sigan jodiendo?

Sugerencia: Volver a leer cambiando los prostíbulos por partidos políticos, la madame por la monarquía, La Española por España y… bueno, se ha entendido, ¿no?


3 comentarios:

  1. JAJAJAJA BRAVO BRAVO *CLAP CLAP CLAP*. Conforme lo leia mi expresión se iba convirtiendo en un creciente Guadafac?, sin embargo al final, ha surgido un gran Yao Ming para convertirse en un Fuck Yeah. Eres grande, muy grande, sigue con la pluma asi de afilada :D

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  2. jajajajaja, yo ya me lo veía venir, eh??? En cualquier caso, es genialisísimo. Que crack.
    De estos, de estos me gustan a mi, ;)
    Un abrazo!!

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  3. Tenías razón, me ha gustado mucho. Sin desperdicio. Esa es la ironía/denuncia que practico desde hace años. Es posible que se te pegara algo de mi estilo: "en la vida se pega todo menos la hermosura", jejeje. Me alegro mucho de haber sido profesor de personas como tú. Sigue así. Un fuerte abrazo!!

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