La salvaje al fin regresaba a su aldea natal, apartando las
últimas ramas de la colina, hasta llegar al claro en el que se asentaban las
chozas. Pero no quedaba nada, todo había sido reducido a cenizas y era
imposible conocer al verdugo a esas alturas. Puede que hubiera sucedido ayer, o
puede que hubiera sucedido hacía cinco años. Abandonó su tierra hace tanto tiempo a
cambio la civilización, que el pasado había quedado en el olvido sin que ella
se diera cuenta. Y mientras reflexionaba al borde del llanto, una fuerte brisa
levantó el polvo de sus orígenes ante la impotencia de quien no puede volver
atrás y frenar la deforestación de sus memorias.
Ilustración realizada por Neomort (Raúl G.G.)
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